viernes, 26 de abril de 2013


A. Lange & Söhne presenta el Richard Lange, basado en la precisión y la sencillez

A. Lange & Söhne lo vuelve a hacer: revoluciona el mundo de las súper-complicaciones ofreciendo un reloj que da la hora, los minutos y los segundos. Solo eso, y tanto a la vez. No puede se puede ofrecer nada más sencillo, y sin embargo imanta nuestras miradas tanto o más que las esferas más complicadas de la casa (por no hablar de las de otras).

¿Cómo lo consigue, una y otra vez?

El reloj de observación
El modelo Richard Lange apareció por primera vez en 2006, trayendo nuevamente a escena los relojes de observación científica, a los que se exigía la máxima precisión. Rendía homenaje al hijo mayor de Ferdinand A. Lange quien, como director técnico de la manufactura, enfocó su dedicación a la relojería de precisión sobre la base de la investigación científica.
En 1929 fue el primero en reconocer que la adición de berilio a la aleación de acero niquelado producía espirales menos sensibles a las fluctuaciones de la temperatura y al mismo tiempo con más elasticidad. Este conocimiento de Richard Lange le concedió una patente en el siguiente año, y le llevó a la creación de una categoría de piezas relojeras que la define en términos de precisión: el reloj de observación.

Belleza precisa
Esta nueva edición del Richard Lange reinterpreta su ancestro con un estilo arrebatadoramente contemporáneo. La caja, de 40,5 mm, está realizada en oro blanco y enmarca una esfera de plata sobre la que se mueven las manecillas de acero azulado. Tanto estas como los indicadores romanos horarios permiten llevar a cabo con claridad y precisión la función primigenia de estos objetos de deseo que llamamos relojes: saber la hora. Algo que a menudo se olvida y que la manufactura sajona nos recuerda con esta obra maestra, sólo disponible en las boutiques de la marca y que reta a todos con sobria osadía.



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